19 de abril al 1 de mayo de 2017

Tras tres semanas y pico en España, vuelvo a Inglaterra para el arreón final. Me ha servido para desconectar y descansar. Sólo he pasado la mitad del tiempo en Glyphs. O menos. La otra mitad ha sido puro descanso y relax: he comido jamón del bueno como un loco, Donuts, Cacaolat, todo tipo de delicias rurales en casa de mis padres, arroz a la japonesa con nuestra nueva rice cooker —supongo que todo ello explica por qué he ganado 7 kilos en tan poco tiempo—; he disfrutado enormemente de mi sofá, mi terraza y mis paseos junto a mis dos amores a los que no veía desde hacía tres meses, incluso celebramos nuestro décimo aniversario; nos hemos ido de escape room, de Viejóvenes y al Tubo, he salido a un par de gin-tonics diarios y he leído a Dolores Redondo y Gloria Fuertes. La Fuertes. Hasta me quemé de tanto sol y se me levantó la piel.

El caso es que el miércoles me despido de mi vida. Tras unas cuantas horas, la noche me recibe en Foxhill. Again. A Franziska le arranco un abrazo y Joana se lanza a mis brazos. Cómo he echado de menos a la jodida portuguesa, copón.

El jueves me levanto temprano y me voy directamente al despacho de Gerry. Nos abrazamos e intercambiamos anécdotas de las vacaciones entre risas. Cómo he echado de menos al jodido griego, copón. Me asiento en el Studio en mi sitio habitual y espero a que vaya llegando la gente. Es bueno verlos de nuevo, ellos ya vinieron el martes pero yo me tomé dos días extra así que el reencuentro es sólo conmigo. Llega Yui y la abrazo, la levanto del suelo y la zarandeo como suelo hacer con mi madre. Ella ya está acostumbrada y ni se inmuta, pero Yui ríe nerviosa. Cómo he echado de menos a la jodida japonesa, copón. Llega Victor Gaultney, con el que tenemos nueva sesión de diacríticos y feedback. También aparece Fiona, así que le pido opinión sobre mis non-latin, hago lo mismo con Bornā y con Kostas, que está de vuelta en Reading. Ya en Foxhill, nos damos cuenta de que alguien dejó el congelador abierto durante las últimas semanas. El interior es un único y precioso bloque de hielo. Lo descongelaremos el fin de semana. Hago mini-reunión con Fran y Lole de Fontown para decirles que no llego a todo pero que sí, que all-in.

El viernes no tenemos clase, así que paso el día trabajando y aplicando los cuatro feedbacks de ayer. Lo intercalo con cambiar las toallas de debajo del congelador y beber té con leche de cabra, que es la novedad más excitante que me ha pasado en los últimos tiempos. Qué triste. También leo. En inglés. Se acabaron las vacaciones. Empiezo la novela Armada de Ernest Cline. No es especialmente buena, pero quiero dejarlo aquí escrito porque es la primera vez que siento que estoy leyendo en inglés. O, simplemente, que estoy leyendo. Sí, leo mucho texto técnico sin problemas, mucha noticia y mucho de todo. Ya apenas consulto el diccionario. Pero una novela es otra cosa: el lenguaje tiene más color y la relación escritor/lector es diferente. Y joder, mola pasar páginas sin reparar en ello. Con naturalidad. Como siempre. Solos los dos.

El sábado sigo trabajando. Por la noche celebramos que Five Guys ya está en Deliveroo con dos enormes hamburguesas y una cantidad ingente de patatas fritas. Joana se va de cervezas con algunos compañeros de clase pero yo prefiero quedarme a descansar viendo NBA. Esto ya es serio, han comenzado los playoffs.

El domingo también trabajo, pero dedico un rato a rematar la nueva web de Glíglifo. Por la noche hacemos una pizza de masa fina y contenido generoso. Nos comemos la mitad. Baloncesto.

El lunes me reúno con María a hablar un poquito de Fontown y un mucho de nuestras cosas y cuando terminamos leo en Slack que recordemos que hoy tenemos sesión con Michael. ¡Pero si no está en el calendario! Corro. Hoy la cosa va sobre carteles, cromolitografía y un cartel de Mucha, y otro de los toros en Pamplona y un par de originales de la Guerra Civil española. Cuando acaba la clase, me quedo hablando con Michael. Me dice que en su familia hubo gente que vino a luchar en el bando republicano y que él, en señal de protesta, no viajó a España hasta que la dictadura no terminó. Dice que sabe que es sólo un pequeño gesto. Se me humedecen los ojos. Me voy a casa, me termino la pizza de ayer y me pongo a trabajar. Sí, baloncesto a medianoche.

El martes volvemos a tener jornada con Gerard Unger como antes del break. El absolutamente brillante Gerard Unger. Comenzamos con la ronda de tutorizaciones. En mi turno, hace algunas observaciones, dice que le gusta mucho mi diseño y me pregunta por mis planes de futuro. Consigo entradas para la obra de teatro de Harry Potter (6 de junio de 2018 en Londres). Me voy con Joana y Yui a comprar algo de comer al supermercado koreano. Por la tarde, Gerard nos explica su proyecto Alverata y termina con una anécdota y su correspondiente fotografía con la Guardia Civil española. Termino el día trabajando en casa.

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Gerard explicando Alverata.

El miércoles me levanto a las seis y media. Trabajo y a las 10 me voy al Studio. Gerard nos va a dar una clase sobre legibilidad. Creo que es la mejor que hemos tenido hasta la fecha. Pasamos el día trabajando. A las ocho me voy a casa y, aunque es temprano, yo ya me he pegado mis doce horas de curro. Igual es una buena estrategia esta de levantarse un poquito más temprano. Pruebo a relajarme, leer, ver baloncesto y comer algo por primera vez en todo el día.

El jueves me levanto a las seis y me voy al Studio. Trabajo hasta que llega Gerard. Tenemos clase sobre personalidad tipográfica. Luego me reúno con Gerry para hablar sobre mi dissertation —es mi supervisor—. Lo grabo todo porque ya me lo conozco y todo lo que dice es tan importante, que no puedo seguirle y tomar notas a la vez. Así que escucho, converso y ya volveré al audio en casa para tomar notas tranquilamente. Sigo trabajando, tengo algunas interesantes conversaciones con Gerard, pero entre unas cosas y otras hoy estoy un poco bajo de moral, no me pregunte usted por qué, así que cuando terminamos apago el ordenador y me voy a hacer ejercicio. Vuelvo al Studio porque nos vamos al The Three Tuns a echar una cerveza y hoy me apetece menos que nunca. Pero me obligo. Además hoy se vienen también Bornā y Ferdinand. Me pongo a hablar con un conductor de camión retirado. De Gales. No soy inglés, me remarca. Él solía ir a España a por verdura. Ir y volver con el camión. Le pagaban 500 libras por cada viaje. Y 100 en la frontera con Francia por cada inmigrante ilegal que conseguía pasar a Inglaterra oculto en su camión. Perdone, me acaban de traer la hamburguesa. Me voy a casa antes de hora porque estoy muy cansado, aunque siempre hay sitio en mi cama para un Bulls-Celtics.

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A punto del abordaje de la hamburguesa.

Me vuelvo a levantar a las seis. El solazo matinal ayuda a despertarse con una sonrisa. Trabajo toda la mañana en Glíglifo, Fontown y ordenando material para la dissertation. Desde la cama. Paso la tarde transcribiendo la reunión con Gerry porque no me vale con escucharla una y otra vez. A las seis me voy a correr al gimnasio y a las ocho viene Nate. El plan es ver baloncesto (Raptors-Bucks), beber cerveza (San Miguel) y pedir pizza. Al final es ver NBA con un texano donde el partido es lo menos y la conversación es lo realmente interesante. Muy bien. Muy, muy bien.

Ay, que hoy me he levantado a las nueve. Bueno, es sábado: ¡a trabajar! Y así todo el día. Cada dos horas me tomo un descanso pero como no tengo a dónde ir, veo La vida moderna o NBA.

El domingo más de lo mismo, pero con desayuno inglés a mediodía porque a Joana le ha apetecido y a mí me ha parecido la mejor idea del mundo, y gimnasio a final del día para despejar la cabeza.

Y el lunes pues también. A tope.

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British breakfast al estilo Foxhill.

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